Saturday, December 22, 2018

Mysterium tremendum: Sobre las grietas que atisban posibles libros inspirados perdidos

  Del canon cristiano siempre se dice lo siguiente: la Biblia es la incambiable Palabra (Logos), que aunque inspirada (y, por lo tanto, abierta al error humano) es sin embargo un designio Divino. Pero entre las líneas del sagrado texto, del mythos, se ven las grietas del quehacer humano. Es el móvil de este breve ensayo poner de manifiesto las grietas por las cuales se atisba la pérdida de textos sagrados tanto para el judaísmo como para el cristianismo.

     Esto, aunque parece un dato extravagante, es de muy común uso dentro de la esfera cristiana. Por ejemplo, es muy aceptado que los textos originales de los evangelios se han perdido y lo que tenemos constancia en el momento presente son copias de copias que relatan un fenómeno de centurias anteriores. Pero mi inquietud entra en algo más específica: la pérdida de textos sagrados de los cuales pocos tienen constancia, pocos se interesan y de los cuales hoy no existen copias de copias.

     Entrando ya al grano, se encuentra en Éxodo esta cita:
“Por lo tanto se dice en el libro de las batallas de Jehová: Lo que hizo en el Mar Rojo y en los arroyos del Arnón; y a la corriente de los arroyos que va a parar en Ar y descansa en la frontera de Moab”, (Números 21:14, Reina Valera 1960).

     Claramente esto es una cita deun texto perdido. También encontramos esto: “Los demás hechos de Jeroboam, las guerras que hizo y cómo reinó, he aquí, todo está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel”, (Primera de Reyes 14: 19, Reina Valera 1960).

     ¿Por qué ha de citar un libro sobre reyes dentro del libro de Reyes? Claramente se ha citado un libro perdido, el cuál pudo dedicarse exclusivamente a reyes de Israel. Dentro de los libros de Reyes hay citas de ese estilo: se referencia un suceso a otro texto para que el lector vaya y lea sobre esos acontecimientos. Suponemos que esto es para no cortar el hilo conector de los diferentes sucesos relatados, pues en Reyes se sigue relatando la vida de muchos reyes y cómo ellos estaban en gracia o desgracia con Dios (i.e., si seguían el pacto y la ley).

     También se mencionan profetas y videntes de los cuales solamente sabemos su nombre, quienes escribieron otras crónicas o historias: el profeta Natán y el vidente Gad (Primera de Crónicas 29: 29); Ahías el silonita y el vidente Iddo (Segunda de Crónicas 9: 29); y el profeta Semaías (Segunda de Crónicas 12: 15).

     El segundo libro de Macabeos, considerado apócrifo por los protestantes y deuterocanónico por los católicos, comienza afirmando que es una versión resumida de una más extensa. Ya es muy evidente el uso de otras referencias que hoy son inexistentes, escritas por Jasón de Cirene, que contemporáneamente conocemos solamente eso, su nombre:
“La historia de Judas Macabeo y de sus hermanos, la purificación del más grande Templo, la dedicación del altar, las guerras contra Antíoco Epífanes y su hijo Eupátor, y las manifestaciones celestiales en favorde los que combatieron viril y gloriosamente por el Judaísmo, de suerte que, aun siendo pocos, saquearon toda la región, ahuyentaron las hordas bárbaras, recuperaron el Templo famoso en todo el mundo, liberaron la ciudad y restablecieron las leyes que estaban a punto de ser abolidas, pues el Señor semostró propicio hacia ellos con toda benignidad; todo esto, expuesto en cincolibros por Jasón de Cirene, intentaremos nosotros compendiarlo en uno solo”, (Segunda de Macabeos 2: 19-23, Biblia de Jerusalén, 1976).

     Muchas otras referencias existen de esta naturaleza, lo cual nos muestra la verdad histórica de todoeste asunto: que la Biblia no es un libro hecho en el vacío, sino el esfuerzo de varias culturas por muchas generaciones.

    Pero exponer esto de manera pública puede ser un ejercicio estéril. Primero, porque estando esto en el canon uno supone que mucha gente lo ha leído. Segundo, porque si son inspirados o no es indiferente, por lo menos parael cristianismo, pues basta con decir que las copias más originales del canon que poseemos modernamente son copias de copias del verdadero original. Así que en nada de lo expuesto aquí debe existir alarmismo, pero el silencio ante el tema monumental es sorprendente, especialmente cuando esto puede servir como un buen tema de investigación hermenéutica. Aunque admito que poner a la vista el adjetivo “inspirado” implica interés investigativo para un sector particular, el devotamente religioso, puesto que para la historia y sus historiadores esta pregunta podría hasta pasar desapercibida dado al conocimiento de hipótesis sobre la construcción bíblica, como por ejemplo la influencia de tradiciones yahvistas, elohistas, deutoronómica y sacerdotal es para montar el Torá (hipótesis conocida como la Hipótesis Documental) en vez de la tradicional explicación de que esos textos fueron escritos por Moisés.









Diagrama de Hipótesis documentaria, en el que J (yahvista), E (elohista), P (sacerdotal) y D (deutoronómica) se influencian para la creación del Torá. Recuperado de
https://es.wikipedia.org/wiki/Hip%C3%B3tesis_documentaria#/media/File:Hip%C3%B3tesis_documentaria_moderna.png
Interrelación de antiguos manuscritos del Antiguo Testamento. Recuperado de
https://en.wikipedia.org/wiki/Peshitta#/media/File:Texts_of_the_OT.svg
Mi hipótesis de porqué no se le da importancia a esto es la siguiente: que el judaísmo no se interesó en la creación de un canon oficial hasta luego del surgimiento del cristianismo. El cristianismo, aceptando primero la Biblia Griega o Septuaginta, luego marcó pauta con el uso de un canon oficial. Los judíos desarrollaron su propio canon a partir del original en hebreo. El cristianismo dividido a finales de la Edad Media también se dejó llevar por ese canon judío (más los suyos propios del nuevo pacto) y la creencia de la sola scriptura en vez de la meratradición.

El silencio monumental sobre todo esto, que es muy evidente, me acuerda lo escrito hace casi un siglo por el primer Ludwig Wittgenstein: “todo lo que se puede hablar, se puede hablar claramente; de lo que no se puede hablar, es mejor guardar silencio”.[1]

Referencias:
Asimov, Isaac (1981). Asimov’s Guide to the Bible: The Old and New Testaments. New York, New York: Random House.
Biblia Reina Valera (1960).
Biblia de Jerusalén (1976).
Koukl, Greg (3 de julio de 2013). No “Lost” Books. Bible.org. Recuperado de https://bible.org/article/no-lost-books.
Wittgenstein, Ludwig [traducción C. K. Ogden] (2016). Tractatus Logico-Philosophicus. Sweden: Chiron Academic Press.
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Nota del autor: esta entrada de blog fue publicada originalmente en Manuel Alejandro Crespo Rodríguez (Wordpress).

[1] Traducción hecha por mí.

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