Tuesday, July 16, 2019

Transhumanismo, un tipo de posthumanismo: ¡A la venta ya!

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Este libro es la culminación de varios años reflexionando sobre la temática del transhumanismo. Contiene en sí varios ensayos con la temática común del transhumanismo y se dividen en tres tipos de análisis: sociológico, artístico y filosófico. Se abordan temáticas como la política transhumanista estadounidense, arquetipos míticos dentro de obras de ficción de temática transhumanista, discusiones generales de asuntos bioéticos, la dirección de los paradigmas que se debaten, discusiones filosóficas sobre la naturaleza humana, entre muchos otros asuntos.

Tuesday, January 15, 2019

Juan Bosch y Eric Williams: Ensayo historiográfico sobre dos textos de historia del Caribe publicados en el año 1970

En psicología hay un concepto muy curioso llamado sincronismo, desarrollado principalmente por el muy reconocido Carl Jung.[1] Un sincronismo es la coincidencia significativa de dos fenómenos, que no tienen que tener el mismo origen causal. Esto se usa mayormente para explicar sistemas de creencias y su importancia psicológica. Aquí no abordaremos una temática tan lejana como la psicología, pero en este ensayo examinaremos dos textos que hacen tremenda rendición a ese concepto. Los dos fueron publicados en 1970; los dos describen una historia del Caribe entre 1492 a 1969; los dos utilizan como referente temporal y titular a Cristóbal Colón y Fidel Castro. Sin embargo —y aquí es donde termina el mysterium de la coincidencia significativa— los dos trabajan el asunto desde tesis muy distintas. En este ensayo historiográfico se hará una comparación entre el texto De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial, escrito por Juan Bosch, y From Columbus to Castro: The History of the Caribbean (1492-1969), escrito por Eric Williams, ambos textos concernientes a la historia del Caribe.

Preliminarmente hago aquí unas descripciones. Por un lado, está Eric Williams. Su tesis, en primera instancia, se deduce del texto —no hay nada allí que lo describa explícitamente por medio de un prólogo o introducción. Depende más de los eventos sociales, debates filosóficos, fenómenos económicos y algunos políticos para montar su tesis sobre el dominio de diferentes potencias sobre el Caribe para la producción de bienes y hacerse más ricos a expensas de los derechos naturales de negros e indios.

Por el otro, está Juan Bosch. Su tesis depende casi exclusivamente del subtítulo de su obra, esto es decir, que trata sobre el Caribe como frontera imperial. La manera en que recoge los hechos históricos más bien viaja de acuerdo con el proceso expansivo de cada potencia.

Descripción de los arguments vertidos en los dos textos


En este subtema analizaremos los argumentos de ambos textos, comenzando a analizar el texto de Eric Williams. Él comienza el texto sin introducción, por lo tanto el argumento principal del libro se deduce de su exposición a lo largo de todo el libro. Es mi estimación que la tesis principal del texto es el estudio de la región caribeña, que se distingue por una heterogeneidad de idiomas y costumbre heredadas de sus colonizadores y dominados, al igual que mostrar el método de subyugación de esas islas a través del dominio económico, político y andamiaje de esclavitud que utilizaron las potencias europeas. El hilo conductor importante a lo largo del libro es el pulseo humanístico, político y económico entre los habitantes de las islas y las diferentes potencias europeas (y luego la estadounidense), ya sea para lograr la abolición de la esclavitud, mantener una onerosa economía esclavista, la autonomía de los pueblos, la continuación del dominio imperial o mayor crecimiento económico.

El libro de Eric Williams comienza su descripción económica y social sobre el Caribe con el viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo (lo que en el texto denomina West Indies por el error de que Colón supuso que había llegado a las Indias). Luego describe el comienzo del asentamiento y dominio español en las Indias. Los españoles, al asentarse en el Nuevo Mundo, también necesitan mano de obra para la subsistencia de las nuevas economías, que primero es dominada por la minería de oro y plata, y luego es dominada por el azúcar. La mano de obra primero era indígena, luego se importan negros esclavos. Hemos de notar rápidamente aquí una diferencia clave con el texto de Juan Bosch, dado que Bosch se enfoca por igual en cuanto a conflictos raciales, dándole siempre un vistazo a las acciones de indios caribes inclusive a dos siglos después del descubrimiento.
En los primeros dos capítulos, Williams comienza describiendo el descubrimiento del Nuevo Mundo, mostrando primero el contexto europeo y luego los diferentes viajes de Cristóbal Colón, quien creyó haber llegado a la India, y de ahí en adelante se describe el nuevo mundo en ese contexto, aun cuando ya sabía sabe lo contrario. Entre el tercero al noveno capítulo Williams le presta atención a las dinámicas económicas de la zona, tanto los intereses de los europeos y colonos, como las diferentes industrias que se suscitan. Las prácticas industriales a las que Williams presta atención son el trato de los indígenas y los negros. Los indígenas son tomados como mano de obra salariada —en las peores condiciones, claro está, y conocido de diferente forma tanto en el Caribe como en Sudamérica, pero esencialmente lo mismo. Los negros son tomados como esclavos, pero el contexto de la esclavitud surge poco a poco, no de la noche a la mañana. Es a principios del siglo XVI que se comienza a ver el auge de negros esclavos, muchas décadas después del descubrimiento. Para Williams la justificación de la esclavitud en ese tiempo es bivalente: hace falta mano de obra para trabajar la poca minería que hubo en el Caribe y los cultivos que allí se industrializaron, pero ya la mano de obra indígena era casi inexistente.

No obstante, Eric Williams sigue su descripción afirmando que la industria en el Caribe que tuvo auge en los primeros dos siglos fue el azúcar. La minería en el Caribe fue efímera. El azúcar determinó las políticas de diferentes potencias europeas en ese tiempo. Los intereses de los plantadores era tener el mayor capital posible, y el de las diferentes potencias europeas era ganar el mayor dominio y monopolio —España monopolizó el azúcar por mucho tiempo.
En cuanto a economía, Williams hace una descripción del mercantilismo, que fue la economía imperante en los siglos XVII y XVIII. Sobre esto Bosch no se detiene para nada, sino en otros asuntos. También describe el conflicto entre potencias mundiales europeas en su intento de dominio del Caribe. Todo ello se centraba en el dominio de plantaciones y rutas marítimas, al igual del intento de monopolizar el mercado. Después del capítulo catorce, según el autor el mercantilismo comienza a desaparecer debido a las luchas abolicionistas de cada colonia, siendo Haití la primera que se abre, a la fuerza, dentro de ese ámbito, y comienza a surgir una forma de producción capitalista, cuyas plantaciones comienzan a crecer en potencia e industria. En Haití la producción es algo distinta a los demás territorios cercanos debido al miedo de los negros y mulatos, ahora libres por su propia mano, de que los blancos pudieran comprar tierras y volverlos a dominar, por lo que la adquisición de tierras estaba totalmente centralizada por el gobierno haitiano y no había propiedad privada. Los comienzos de la producción asalariada en los demás territorios, descrito en el capítulo dieciocho, según Williams, es muy parecido a la esclavitud, pero poco a poco se empieza a ver mayor producción de bienes, al igual que un aumento de consumo entre negros y mulatos —lo cual implicaba que comenzaron a vestir y alimentarse mejor.

En el capítulo diecinueve se describe el auge de inmigrantes indios y asiáticos, el cual sucedió para contrarrestar la falta de trabajadores en el Caribe —y tenía sus propias complicaciones a la hora de aplicar este tipo de incentivos, dado a la pretérita controversia de la mano de obra africana importada. Estos trabajadores asalariados también tuvieron algunas penurias en su especulativa apuesta a la riqueza. Estos grupos de personas entraban y salían de las islas, y muchos de ellos aplicaron sus conocimientos industriales a la producción del azúcar y otros bienes. En los siguientes dos capítulos expone una descripción de los cambios económicos en el siglo XIX para mantener la hegemonía de la economía de la caña de azúcar frente a nuevas industrias. Los británicos y otras potencias tenían acceso a otro tipo de azúcar: el azúcar de remolacha, que era menos costosa que la del azúcar de caña y se podía producir en el continente europeo. En el Caribe el sistema de ingenios poco a poco fue cambiando a un sistema de centrales, que estaba más actualizado a los avances tecnológicos del siglo XIX. En los capítulos veintidós, veintitrés, veinticuatro y veinticinco se describen las políticas que tenían las potencias europeas durante el siglo XIX para justificar el coloniaje en el Caribe, además de la naciente influencia estadounidense y sus justificaciones—como, por ejemplo, la doctrina del destino manifiesto, el dominio de las economías en el Caribe y su intromisión en las políticas de diferentes islas, como Cuba y Puerto Rico. La ideología democrática británica del siglo XIX estaba matizada por razones racistas, dado que toda filosofía humanista que existiese en ese tiempo para la humanidad en realidad era aplicada a los blancos europeos, aquellos que tienen la potestad de civilizar y dominar otras razas y sectores que no seguían su ideal occidental. Esta lógica la sigue aplicando Estados Unidos con su doctrina del manifiesto, que es su versión expansiva y americana, la cual logró también lograr el control geopolítico no solamente del Caribe, sino de Panamá. Era otra versión que legitimaba el dominio de otras razas y lugares del mundo.

Luego del capítulo veintiséis se comienza a describir el colonialismo del siglo XX. Aquí se puede notar, mayormente, el colonialismo norteamericano. Este tipo de colonialismo se inmiscuía en los asuntos políticos de los lugares que dominaban. Por ejemplo, luego de la Guerra Hispano-Americana, A Cuba se le dejó que hicieran su independencia, pero Estados Unidos los vigilaba militarmente para pacificarlos e instruirlos en lo que los estadounidenses entendían como democracia. Esto fue conocido como la Enmienda Platt. Algo parecido sucedió también en Haití y República Dominicana. No obstante, el asunto en Puerto Rico fue diferente, dado que allí los Estados Unidos asumieron el mando de Puerto Rico, en primera instancia como gobierno militar. La industria del azúcar en Puerto Rico fue trastocada por este tipo de colonialismo, puesto que las grandes compañías americanas lograban tener más de la mitad de la producción y ganancias frente a plantaciones más pequeñas. La limitación de la cantidad de acres que se podía tener también abonó a este problema. Igualmente, la nutrición y educación de los trabajadores puertorriqueños era muy deplorable comparada con aquella en Estados Unidos. El salario mínimo no daba abasto para mantener a una familia completa, la nutrición estaba basada mayormente en carbohidratos con pocas fuentes de proteínas, y la educación en la primera mitad del siglo XX podía variar, pero se mantenía exclusivamente a la escuela elemental. La educación, según la argumentación de Williams, era poco aprobada por los jefes de plantación, ya que para ellos los conocimientos educativos debían ser útiles para los trabajadores de la caña o cualquier otra industria, y nada más. Todo esto Williams lo saca de unos estudios, aunque no cita directamente su origen, algo común en él durante todo el texto.

En los capítulos veintisiete, veintiocho y veintinueve se describen los movimientos nacionalistas, el castrismo y el futuro del Caribe, respectivamente. En el capítulo veintisiete, Williams describe en diferentes subtemas las diferentes formas de nacionalismo que surgieron en el Caribe: las repúblicas, asociación con el país metropolitano, el Caribe británico y el progreso social y económico. Para Williams, las formas republicanas de nacionalismo se pueden observar en Cuba, Haití y República Dominicana. Se destaca por su cumplimiento de independencia, pero estuvieron respectivamente entramados en un sistema inter-americano, ya fuere por la Enmienda Platt, la Bahía en Guantánamo y control de finanzas. La forma nacionalista como asociación con el país metropolitano se puede ver claramente en Puerto Rico, el cual comenzó como un gobierno militar estadounidense luego de la guerra hispanoamericana, después el acta Jones y la ley Foraker, y por último, desembocando en una forma de Estado Libre Asociado muy avalada por el pueblo y que fue una reacción a los movimientos nacionalistas de los años 30, especialmente la revuelta causada por Pedro Albizu Campos en Ponce. El Caribe británico se destacó por su creciente independencia de los británicos, causada por protestas y luchas en contra de la explotación o el colonialismo. En cuanto a progreso social y económico, el autor Eric Williams lo ve claramente en Puerto Rico y el Caribe británico, en los cuales sus luchas por el colonialismo también desembocaban en levantar la economía, educación y calidad de vida de sus habitantes. Ya a mediados de siglo se ven en esas islas crecientes proyectos como nación para mejorar su fibra social, antes muy maltrecha por los diferentes colonialismos que les acechaban.
El capítulo veintiocho le dedica todo un capítulo al castrismo, que en el momento de escritura del libro de Eric Williams era un suceso que apenas llevaba una década, por lo que lo acerca, a mi parecer, más a un análisis sociológico que histórico: los personajes de esta historia que cuenta en aquel tiempo estaban vivos y la historia no tenía la distancia que tiene ahora. En su narración del castrismo, no solamente narra su victoria, sino también sus críticas en los diez años que le siguieron luego de la revolución. Según argumenta Williams, la victoria de la revolución cubana no fue tanto por su eficiencia militar, sino su eficiencia moral: los cubanos fueron cada vez más y más convencidos que su régimen bajo Batista era inmoral. A pesar de ello, Cuba no era económicamente retrógrada en comparación con otros continentes, como Asia o África. Pero había mucha deserción escolar, poca educación, poco desarrollo de las tierras cultivables, tenían muchos televisores y servicios eléctricos, muy pocos comían carne, entre muchos otros problemas. Todo ello no impidió que luego de la revolución se le criticara a Fidel Castro sus decisiones del gobierno centralizado. Entre sus críticos estaba El Che Guevara, quien criticó, entre otros asuntos, la forma en que se intentó reestructurar la economía cubana demasiado rápido y esperando demasiados resultados. Otro foco de crítica fue la agricultura, la cual se intentó diversificar en muy poco tiempo y tuvo pobres resultados. En cuanto a la relación de Fidel Castro con la URRS y sus políticas, siempre fue comedida, un tanto neutral al principio, pero finalmente terminó necesitando sus créditos y comercio —es importante recordar que castrismo no necesariamente era igual a socialismo o comunismo. Cabe recalcar que a todas estas críticas y aciertos que se le hacen al castrismo por parte de Williams, es evidente la deficiencia de análisis histórico que tiene Williams para discernir los aciertos y desaciertos de la revolución: no existía la distancia histórica necesaria para apreciar el fenómeno histórico. Algo parecido también sucedió en el análisis sobre el Estado Libre Asociado de Puerto Rico, en el que Williams vaticinaba, en el capítulo veintiseis, que con el surgimiento de la estadidad en Puerto Rico como una fórmula política ascendente en aquel tiempo, esta llegaría inminentemente. Pero para entender esto mejor, hemos de ver el resumen del último capítulo, el veintinueve.

En el capítulo veintinueve, que tiene que ver con el futuro del Caribe, Williams hace un recuento de los sucesos en el Caribe que le son contemporáneos, y afirma lo siguiente:
This constitutional diversity is matched by an appalling degree of economic fragmentation—totally absurd for so small an area. Fragmentation goes to such fantastic lengths as would make the angels weep.[2]
Para el autor, esta fragmentación del Caribe está acompañada por la dependencia del mundo exterior, tanto culturalmente como económicamente. Aquí Williams hace, lo que es a mi parecer, el mayor análisis sociológico de todo el texto—recordemos que su texto, primariamente historiográfico, tiene sus matices de análisis social, o en el caso de este capítulo, un análisis social contemporáneo. Entre sus vaticinios más importantes se encuentra la muerte cercana de la URRS. El llamado en este capítulo es para no ya ser consumidores o aprendices de la civilización europea, o en general, de quienes colonizaron el Caribe por tanto tiempo, sino de comenzar a ser quienes los que viven en el Caribe los productores de cultura y bienestar. Hace también lo que es, a su parecer, el estado social de Estados Unidos y Latinoamérica en cuanto a sus luchas y fenómenos sociales. También afirma la diferencia del Caribe frente a Latinoamérica en general, y cuyas naciones completamente independientes son Haití, República Dominicana y Cuba. En sus formulaciones sobre los aciertos y desaciertos de la revolución cubana, el estado libre asociado puertorriqueño, la fallida federación de islas británicas, entre otros, ofrece como alternativa de desarrollo económico y social aquella adoptada por Trinidad y Tobago —descrita por Williams como un camino más gradualista y menos revolucionario que Cuba, al igual que más independiente que el de Puerto Rico; esta depende de inversiones y mercado externos, pero en desarrollo de un bienestar social y económico, al igual que la creación de una identidad cultural. También vaticina en este capítulo su reiterada apuesta de que Puerto Rico está cada vez más en ruta hacia la estadidad, por lo cual, en su análisis para el desarrollo del Caribe, Puerto Rico queda reiteradamente excluido.

Ahora, ya descrito los argumentos vertidos en el texto de Eric Williams, ahora pasamos a la descripción de los argumentos vertidos en el texto de Juan Bosch. Vemos, primeramente, que el comienzo del texto de Juan Bosch difiere con el de Eric Williams. Para Bosch una pieza clave para entender la conquista del imperio español es la siguiente: en aquellos tiempos no existía España, sino los reinos de Castilla y Aragón. Los súbditos que podían asentarse y conquistar en el Nuevo Mundo, durante mucho tiempo, fueron los de Castilla. Por ende, el asunto no fue tan uniforme como hoy parece ser. Al igual que Williams, Bosch relata en sus primeros capítulos el descubrimiento de América en 1492, y el contexto histórico español que hizo posible el descubrimiento: la finalización de la Reconquista. Ya por el capítulo IV él relata la colonización y conquista del Caribe entre los años 1508 al 1526. Se destaca el asentamiento de los españoles en La Española, sus sufrimientos y relación con los indígenas, y su expansión tanto al este como al oeste. En su expansión hacia el oeste también tocaron territorios como Nueva España (hoy México) y las Hibueras (hoy Honduras). Juan Bosch no se detiene mucho en los territorios continentales al menos que sea necesario y sean cercanos al Caribe marítimo, dado a lo complicado de la historia de la conquista de Hernán Cortés, que fue en territorio continental y no explícitamente en el Caribe. Se destaca en este capítulo también las luchas de poder entre los españoles, la única potencia imperial en el Caribe en ese tiempo. Aquí vemos una clara diferencia con el texto de Eric Williams, la cual estriba en que Bosch sigue los movimientos de colonización y conquista detenidamente, describiendo el curso de las fuerzas imperiales.

Veremos a continuación que en el texto de Bosch se concentra principalmente en conflictos del Caribe y Europa. Para Bosch los conflictos de herederos de los reinos, revoluciones tanto en Europa como en el Nuevo Mundo y la búsqueda de riquezas en el Caribe, forma parte de su tesis principal de que el Caribe fue frontera imperial. Vemos también que Bosch prestó mucha atención a las revoluciones, dedicándole varios capítulos.
Ya en el capítulo V del texto de Bosch se sigue el relato de la conquista luego del descubrimiento. Se explica el asentamiento por parte de comerciantes y banqueros alemanes, acuerdo que se hizo bajo el mandato de Carlos V, pero que para nada debió agradar a los españoles. Se relata la conquista del viejo Pedrarias Dávila, un conquistador muy tirano y temido por españoles e indígenas. También relata sobre otros personajes claves de la conquista, y afirma que
Hacia 1550, en la tierra firme del Caribe sólo Costa Rica no tenía población española. A esa fecha estaban pobladas y organizadas como parte del imperio Yucatán, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Nueva Granada (Colombia), Venezuela; y en las islas, Cuba, Jamaica, Santo Domingo —la Española— y Puerto Rico.[3]
En el capítulo VI, Bosch relata sobre las sublevaciones de indios y negros. Se resalta que ambos sufrieron el yugo de los españoles y compartían varios aspectos culturales. Bosch resalta aquí la justificación para esclavizar a los indios, que consistía en que no podían esclavizarlos al menos que ellos se sublevaran. Con el paso del tiempo, y luego de varias sublevaciones tanto de indígenas y negros, como de españoles que no conocían el poder real, el imperio español logró dominio de sus fronteras y tener por extensión el Caribe, cuyas personas actuaban como españoles (a pesar de las diferencias de razas y el problema de la esclavitud). En el capítulo VII el autor hace una breve historia de las guerras que ocurrieron en Europa durante el siglo XVI. Esto lo hace para mostrar el contexto de luchas imperiales y su importancia en el devenir de la conquista española en el Caribe y el advenimiento de otros imperios para tomar el control del Caribe también.

Un aspecto muy único en el trabajo de Juan Bosch se encuentra en el capítulo VIII, donde se centra minuciosamente en describir los contrabandistas, bucaneros y filibusteros, y su importancia económica en la región del Caribe frente a una economía monopolística española. Para Bosch, los bucaneros y filibusteros eran dos sociedades distintas, aunque compartían una misma capital, La Tortuga, una isla al noroeste de La Española. No deben confundirse con corsarios, que servían a algún reino o nación. Los bucaneros vivieron una vida primitiva y terrena en la cual se dedicaban a sacar pieles y secar la carne de reses para el comercio, y tenían unos esclavos conocidos como “comprometidos”, esclavitud que duraba algunos tres años. Los filibusteros eran piratas y superaban en número a los bucaneros. Vivían guerreando contra la humanidad, no había divisiones entre ellos y su existencia era más bien marítima. Los bucaneros, con el tiempo, acabaron extinguiéndose, y le sobrevivieron solamente los filibusteros.

El autor relata en el capítulo IX la pérdida de su control sobre el Caribe por parte de los españoles frente a invasiones de otros poderes imperiales. Se hace una descripción de la expansión de los holandeses e ingleses, detallando sus asentamientos y estrategias de expansión. Juan Bosch le llamó el siglo de la desmembración porque fue el tiempo en el que los ingleses tomaron control de Jamaica, marcando el comienzo de una fragmentación cultural e identitaria en todo el Caribe. Un dato importante para recordar es que vemos todavía hasta el capítulo IX, que comprende sucesos del siglo XVII, mención de indios, e inclusive ataques de indios caribes—en este asunto Eric Williams casi ni se detiene, él los da ya los ignora desde el capítulo donde menciona el asunto de las encomiendas.
Bosch, en el capítulo X, vuelve a retomar la temática del contrabando, los corsarios y los filibusteros, esta vez bajo el contexto que le siguió a la desmembración del Caribe. Los corsarios estaban financiados por alguna potencia imperial; los filibusteros era piratas aguerridos. Con los ingleses en Jamaica comienza a existir otra capital filibustera, Port Royal, que competía con la ya vieja La Tortuga. Esto marcó, por primera vez, algunas divisiones nacionales entre los filibusteros, y en algunos casos, como en el de Henry Morgan, se rompía con la chasse-partie, que era el código de los filibusteros. Hubo saqueos sangrientos por parte de los filibusteros, siendo los de Henry Morgan los más memorables, que los hacía en nombre de los ingleses. Sobre sus actitudes desenfrenadas cita Bosch de Oexmelin el desprecio a la vida que demostraban tener los filibusteros.[4]

En el capítulo XI Bosch resalta la pobreza de España y lo mal parada que quedó luego del desmembramiento y los espantos que sucedieron en el Caribe. Bosch recapitula algunos sucesos de las coronas heredadas de algunos reinos, sus males mentales y sus malas decisiones, como la vida desenfrenada de Felipe IV y la consecuencia de sus acciones a la hora de mantener el dominio español. Se relatan varios sucesos de conflictos entre países europeos y sus herederos. En un momento España y Francia eran enemigos, y en otros amigos; un duque holandés, por azares del destino, termina siendo rey de Inglaterra. Unos conflictos y otros provocaron, por consecuencia, la pérdida de poder en España, cediendo tierras y mayor mercado a Inglaterra en lo que se conoce como la paz de Utrecht.

Luego (capítulo XII) Bosch discute lo que pasaba en el Caribe mientras existían los conflictos en Europa. Se relata de conflictos entre filibusteros, además de conflictos con indios caribes, que 200 años después del descubrimiento todavía navegaban y rondaban por allí. También se relata el descubrimiento de una isla con indios mayas, que llevaban allí más de quinientos años por huir primeramente de una opresión mayense. También se destaca la figura de William Paterson, cuya argumentación hacía capaz la unidad de Inglaterra y Escocia para expandirse hacia el Caribe. Bosch señala lo siguiente:
Un bien ejemplo de lo que acabamos de decir está en la guerra de Sucesión de España. Los países que habían estado matándose en Europa y en el Caribe hasta 1697, iban a comenzar otra guerra en 1702, pero no ya en los mismos bandos. En lo que había terminado en 1697, ingleses, holandeses y españoles eran aliados contra Francia; en la que iba a comenzar en 1702, España y Francia serían aliados contra Inglaterra y Holanda.[5]
El capítulo XIII se dedica a describir las guerras en el Caribe hasta la Paz de París, en 1763, y comienza describiendo el cambio de los españoles hacia la burguesía. Inglaterra hizo varios ataques y tácticas para tratar de dominar territorios, pero eventualmente la guerra acabo en lo siguiente:
La guerra terminó con el tratado de París, que se firmó el 10 de febrero de 1763. En virtud de ese tratado, Inglaterra se quedaba con Canadá, que había sido posesión francesa; con Dominica, Granada y las Granadinas, San Vicente y Tobago; España reconocía el derecho de los cortadores de madera de Belice a n ser molestados y los británicos se comprometían a demoler todas las fortificaciones que tuvieran en el golfo de Honduras. La Habana sería desocupada (y también Manila, en Filipinas) y España entregaba la Florida, el fuerte de San Agustín y la bahía de Pensacola, en América del Norte; Francia recibía la Luisiana y la pasaba a España como una compensación por la pérdida de la Florida, Pensacola y el fuerte de San Agustín, y también porque no podía devolver Menorca, que tuvo que entregar a los ingleses.[6]
En el capítulo XIV se hace relato de la Revolución norteamericana y sus consecuencias en el Caribe. España y Francia estuvieron a favor de la independencia de las colonias inglesas, que apoyaron de alguna manera y otra. Primero se relata un intento de conquista por parte de los franceses, conocido como la batalla de los Santos. Después, en el capítulo XV se relata el impacto de la Revolución francesa en el Caribe. Uno de sus impactos fue la profundización de las distinciones raciales que existían en Haití, especialmente entre los mismos blancos, y los blancos contra los mulatos y negros. Se intentaron controlar las revueltas en Haití, pero cada vez fue escalando más y más el conflicto. Francia intentaba retomar el control de su colonia. Consiguientemente, en el capítulo XVI se centra en el nacimiento de la República de Haití, acontecimiento sin igual en todo el mundo. Toussaint Louverture fue el general que dirigió esos esfuerzos, tratando no solamente de libertar a los negros, sino en tratar de crear la producción que existía en Haití antes de 1791, en el mundo donde todavía existían diferencias marcadas por el racismo. Intentó ocupar la parte española de la isla. Napoleón Bonaparte estaba intentando de llegar a acuerdos con Inglaterra para también acabar con el problema que presentaba ser Louverture para él. Napoleón además sesionó a Luisiana. Para Bosch, el hecho de que Napoleón era burgués y representaba la burguesía francesa era el móvil para eliminar a Toussaint Louverture. Ya para el capítulo XVII, luego de la conmoción de los conflictos con Francia, vemos que Francia e Inglaterra se bloquean comercialmente, lo cual obliga a Europa a producir azúcar de remolacha por los bloqueos y conflictos presentes en el Caribe. Aquí se detalla lo que para Bosch fue el umbral de la gran conmoción. El hermano de Napoleón se convertía en rey de España, lo que para muchos en diferentes partes del nuevo mundo era escandaloso para criollos juraban lealtad a Fernando VII. Con esto se prefiguraban los primeros movimientos de independencia de los españoles. Por ejemplo, en Caraca se levantó el movimiento mantuano, pero esto no representaba el sentir de las masas.

En el capítulo XVIII Bosch relata la guerra social venezolana entre 1810 y 1814, que estribó en las luchas hechas por Simón Bolívar y sus enemigos, cuando lo llamaron El Libertador, sus estrategias de guerra, el cambio de mando y los excesos de aquellos acontecimientos. Por consiguiente, en el capítulo XIX se describe las luchas de independencia que se suscitaron. Bolívar estaba en Haití, logró recoger algunas municiones, y comenzó sus estrategias. Declaró libres a todos los que le siguieran. Cuando ganó Guyana y Angostura hizo una serie de declaraciones, incluidas la de abrir a Guyana al comercio libre con el extranjero. En el capítulo XX se relata que Simón Bolívar hizo campañas, ganó el territorio de Venezuela, y siguió ganando territorio hasta que el Congreso de Angostura que él mismo había instituido pudo declarar la existencia de la República de Colombia, y Bolívar su presidente, y logró defenderla muy bien. Ya para 1821 Quedaban como territorio español Cuba y Puerto Rico. Hasta aquí vemos que, a diferencia de Eric Williams, Juan Bosch se dedica a describir acontecimientos en el que se ve desplegado el pulseo ideológico entre independentistas y realistas hecho en acción, no meramente una descripción de los debates filosóficos de la época. En los últimos diez capítulos aquí descritos también hay mucho más personajes históricos y eventos de importancia, pero que no se han puesto en el ensayo por motivo de espacio y no ser concernientes a la descripción del argumento principal de Bosch.

Al comienzo del capítulo XXI Guatemala y Santo Domingo eran independientes, sin luchar, por consecuencia de la guerra en Venezuela. Guatemala gravitaba a México mientras que Santo Domingo gravitaba a Colombia. También se relata la importancia que tuvo la revolución industrial y sus consecuencias en el Caribe. En el capítulo XXII se hace mención de los acontecimientos militares del general William Walker, hombre que terminó en la horca. En el capítulo XIII se relata la lucha de independencia de Cuba, que ocurría casi simultáneamente, pero sin ninguna planificación junto al derrocamiento de Isabel II en España y el grito de Lares en Puerto Rico.  En dichas luchas surge la figura de José Martí, móvil para luchas cubanas futuras. En el capítulo XIV se describe lo que para Bosch es el siglo del imperio norteamericano, que tiene su partida en la explosión del buque Maine, en el cual desemboca en la Guerra Hispanoamericana y por consecuencia tiene la apropiación de Puerto Rico, la intromisión de EE.UU. en Cuba —ahora nueva república— y el comienzo de la creación del canal en Panamá —y siendo esta también una nueva república. En el capítulo XXV se sigue haciendo este tipo de descripciones sobre EE.UU., pero esta vez sobre acontecimientos más sangrientos, y cuyas fuerzas ya estaban en varios puntos del Caribe —Cuba, Panamá y Nicaragua. Y, por último, en el capítulo XXVI se detalla lo que es para Bosch una nueva etapa en Cuba, que es la revolución cubana, no sin antes detallar el contexto sangriento y de oposición que tomó EE.UU. en aquellos tiempos, resaltando también tácticas que acá podríamos llamar como de espionaje, como la declaración al comienzo del capítulo por parte del general Butler.[7] Vemos que, al igual que Eric Williams, mientras más se acerca al presente, más sociológico y valorativo se vuelve su análisis, demostrado, por ejemplo, en su estilo descriptivo sobre sucesos sangrientos. Pero a diferencia que Williams, vemos que hace menos suposiciones sobre eventos futuros.

Hasta aquí he resumido hasta ahora los diferentes argumentos del texto, inclinándome más hacia los más recientes, dado que su análisis desemboca, en última instancia, el Caribe en su tiempo y proponer soluciones. En el siguiente subtema describiré el estilo narrativo de ambos autores para su análisis historiográfico y un análisis de su bibliografía.

Estilo y biografía de ambos textos


El estilo expositivo de Juan Bosch se destaca por un relato muy fluido, pero algo denso, escrito para aquellos que son novatos o no tienen aptitud en historia (aunque él mismo no era historiador). El argumento principal del texto es que el Caribe funcionó más bien como frontera imperial. En los primeros capítulos podemos notar su énfasis geográfico inmediatamente. También podemos notar su descripción de los aborígenes que allí vivían. Hace referencia los indios Taínos y Caribes, su posible desplazamiento hacia las Antillas Mayores, y la imposibilidad de que ellos se hubieran contactado con la cultura Maya. Bosch distingue tres procesos distintos de dominio español en el Caribe: descubrimiento, colonización y conquista. Aunque son tres procesos distintos para Bosch, pueden suceder simultáneamente o por separado, dependiendo del proceso histórico que se esté llevando a cabo.

También el relato escrito por Juan Bosch se destaca por no tener o implicar citas ni referencias, sino un relato que fluye bien sin nunca perderse la ilación, con una línea de tiempo que si retorna es para relatar lo que sucedía simultáneamente en otra parte del mundo, pero en el cual, si uno se cuestiona lo allí relatado, se debe ir directamente a la bibliografía, puesto que nunca hay mención de textos o códices. Sin embargo, hemos de notar que su bibliografía es menos robusta que la obra de Eric Williams. En el corpus de la obra de Bosch se mencionan referencias dispersamente, pero la bibliografía extractada no muestra a completud las obras que pudo haber examinado Bosch. Lo sorprendente, en este caso, es la mención de tan pocos textos para la exposición de una gran historia del Caribe, que puede más bien responder a los rigores del tiempo de escritura de la obra, pero que, a la vista de los rigores actuales, especialmente en la academia, podían ser risibles. Es tan minúscula que aquí podemos mencionar todos los títulos de los libros y documentos allí expuestos sin comprometer grandemente el análisis de este ensayo (ejercicio imposible de hacer con la obra de Eric Williams): Arqueología Indocubana; History of Colombia; La Guerra del 98; Histoire de France; Historia de España y su influencia en la historia universal; Obras completas (Rafael María Baralt); An economic history of the British Isles; Histoire d’Haití; Historia de Panamá; Orígenes de la intervención americana en Nicaragua; Historia de las Antillas; Documentos relativos a la guerra contra los filibusteros (Comisión de Investigación Histórica de la Campaña 1856-1857); Cómo ganó Nicaragua su segunda independencia; Cómo reincorporó Nicaragua su costa oriental; The InterAmerican System; Crónicas de la conquista de México; Histoire de la Martinique (vols. I y II); Plantations et Esclaves a Saint-Domingue; Toussaint Louverture; Opúsculos y biografías; Historia moderna de El Salvador; History of the low countries; Nuestros buenos vecinos; Louis XIV et vingt millions de Français; L’Etablissement du régime espagnol dans les PausBas; La domination espagnole dans les PaysBas; Charles-Quint, roi d’Espagne; Los reinos americanos del Sol; Histoire sociale de la colonisation française; Los viajeros de Indias; Historia de la Nación Cubana; La gran expedición inglesa contra las Antillas Mayores; Los americanos en Santo Domingo; A history of England; Histoire de L’expansion coloniale des peuples européens; A history of the kingdom of Denmark; A History of the english people; Origins of the Tainan culture, West Indies; Une correspondance familiale ay temps des troubles de Saint-Domingue; A short history of Scotland; Informe sobre la cuestión de la Mosquitia; El conde-duque de Olivares; La República Dominicana; España bélica; Venezuela colonial; Fidel Castro; Historia del infame y vergonzoso comercio de indios; Las memorias del D. Buenaventura Vivó y la venta de indios yucatecos en Cuba; Le siécle de Louis XIV; Historia de Puerto Rico; Historia de Costa Rica; Historia de Santo Domingo; Historia del descubrimiento y conquista de América; Historia de Venezuela; Intervention and dollar diplomacy in the Caribbean; Histoira de la conquista y población de la Provincia de Venezuela; La rebelión del Bahoruco; La isla de la Tortuga; Costa Rica y Costa de Mosquitia; Juana la Loca; Historia de la Revolución de la República de Colombia; Retorno a la alborada; The invisible government; Archeology of the Manibon Hills; Notas y acotaciones a la historia de Yucatán de Fr. Diego López Cogolludo; Los viajes de John Hawkins a América; Sandino, General de hombres libres; Cómo ganó Nicaragua su segunda independencia; Playa Girón, derrota del Imperialismo; Las guerras del Caribe en el siglo XVIII; La Revolución de Nicaragua y los Estados Unidos. Todo esto apenas cubre cuatro páginas de la monumental obra de Bosch (pp. 759-762).

Hemos de notar también que la obra de Bosch es más voluminosa que la de Williams, la primera superando las setecientas páginas y faltándole casi cuarenta para ochocientas, mientras que la de Williams llega a un largo que apenas supera las seiscientas.

La obra de Eric Williams prestaba mayor atención al Caribe inglés. Describía los sucesos de otras formas imperiales en el Caribe, como la española, pero es de suponer que, al Williams ser de influencia angloparlante, también es así su análisis y perspectiva al escribir —no es coincidencia que el libro fuese escrito en inglés. Ha de prestarse mucha atención también al tipo de inglés utilizado, el cual es un inglés británico. Nótese, por ejemplo, el uso reiterado a lo largo del texto de la palabra labour, que es más bien una influencia británica, en vez del americanismo labor. Williams presta mucha atención también a los intelectuales e ideas que circulaban en cada época del Caribe. Por ejemplo, tiene la tendencia de comenzar algunos capítulos resumiendo las ideas de filósofos o intelectuales de determinada época, ideas que luego influirían en el operario económico y político que se hace sobre el Caribe. Especialmente le presta atención a aquellas concernientes con el mercantilismo, la abolición de la esclavitud e ideales nacionalistas o imperiales.

En cuanto a su bibliografía se debe mencionar algo de suma importancia. En el tiempo en el que escribe el texto, no hay otros textos históricos sobre el Caribe escritos desde el Caribe. Por ende, el autor asume que no existe bibliografía oficial sobre el Caribe.[8] Eso lo hace saber muy claramente en su bibliografía anotada. Sin embargo, esto no quiere decir que su bibliografía sea pobre, o que fuese de muy poco rigor valorativo o investigativo. No obstante, su estilo de escritura no hace ningún uso de notas al calce. Cita directamente a los personajes históricos envueltos, pero rara vez muestra el lugar exacto o número de página de dónde saca la cita. Esto hace, en ocasiones, que la búsqueda de ciertas referencias se vuelva como la búsqueda de alguna alquimia muy esotérica, pero que en última instancia es asequible si se compara con hacer el mismo tipo de ejercicio, pero con la obra de Juan Bosch. Si se tiene que escoger entre cual construcción histórica hay que tener más fe, sería en la de Bosch. Las pocas referencias, sumada al texto monumental, más el dominio de una escritura bella, hace del ejercicio de lectura crítica uno desbocado hacia la complejidad, como quien hace un análisis bíblico desde el doblemente voluminoso Asimov’s Guide to the Bible esperando una hermenéutica de apologista o secularista experto. Esto no quiere decir que el texto de Bosch no tenga valor, pero sí es un diagnóstico de que va dirigido a una audiencia más general.

Inversamente, la argumentación de Eric Williams depende mucho de tablas y análisis estadísticos de las problemáticas a resolver. Pueden ser el número de esclavos, la cantidad de bienes producidos en determinados años, buscar correlaciones entre dos variables, entre otras formas. Pero estos análisis son del nivel más básico en estadística, no hay ninguna prueba que necesite fórmulas y sus conclusiones de lo analizado se explica muy breve en palabras sencillas. Ha de notarse que, a pesar de no afirmar ser un texto para neófitos de la historia, resulta más fácil digerir sus argumentos, a pesar de tener tablas y asuntos económicos.

Curiosamente, su historia del Caribe llega hasta su presente, el año 1969. Es por ello muy imperativo tener en cuenta que su análisis histórico cada vez se vicia más por su presente. Aquellos sucesos referentes a al castrismo y otros muy contemporáneos en aquella época apenas tenían cinco o diez años de existencia, por lo que el análisis ahí vertido es más parecido a la sociología que a la historia. Esto no quiere decir que se disminuye su fuerza de análisis, pero, muy al contrario, es parte y sigue el hilo argumentativo de toda la obra, principalmente aquello que tiene que ver con la autodeterminación de los pueblos y el valor intrínseco de cada ser humano.

Su bibliografía se compone de varios libros, documentos y bases de datos significativas. Para el estudio de la conquista del Nuevo Mundo se hace valer de las crónicas españolas, inglesas y francesas. Para el estudio de las ideas sobre el colonialismo, mercantilismo, capitalismo, abolicionismo y liberalismo se hace valer de los escritos de sus intelectuales más importantes respecto al Caribe, al igual que de segundas fuentes que recopilan de manera sistemática los estilos de vida que producían aquellas fuentes intelectuales. Para el estudio de la producción de bienes y economías se hace valer de archivos británicos, franceses y españoles que, en el tiempo de su investigación, le estuvieran accesibles. Los concernientes a la rivalidad anglo-francesa (1656-1783) se encontraban, muy obviamente, en archivos ingleses y franceses, aunque los del Carnegie Institution de Washington le fueron útiles. Sobre el siglo XIX el autor encontró mucha información abundante en Cuba, y en cuyas anotaciones bibliográficas alaba sus próceres, mientras que sobre Puerto Rico los datos son más escasos, al igual que los de República Dominicana. Y así, sucesivamente, sigue mencionando entre muchas otras y casi incontables referencias.
Eric Williams es muy buen narrador y Juan Bosch, a mi parecer, es mejor narrador, pero esto no quita que Eric Williams sea el primero en hacer una historia completa de manera sistemática. Su tesis, la cual depende de factores coloniales y económicos para explicar la historia del Caribe de cinco siglos, sigue siendo un ejemplo magisterial de cómo hacer historiografía, mientras que el de Juan Bosch sigue siendo un buen ejemplo de cómo analizar las potencias imperiales a través de sus intereses de expansión y dominio de los territorios.

Conclusión


Comencé el ensayo con un concepto de psicología para explicar lo aparentemente mágico o misterioso de que surjan dos obras muy parecidas en temática. Pues aquí, de manera conclusiva, es bueno aplicar brevemente el concepto estilos de pensamiento de Ludwick Fleck, un precursor de Kuhn e inspiración del concepto paradigma, que es una manera de concebir las cosas en un determinado espacio y tiempo, que bajo Khun se utilizó para describir su uso y efecto en la ciencia.[9] Aquí será aplicado la versión fleckiana, la cual distingue entre grupos esotéricos y exotéricos de algún colectivo, temática o escuelas de pensamientos. Por ejemplo, no es lo mismo una tesis de Física para el grado de PhD, la cual está plagada de fórmulas complejas y análisis muy riguroso sobre los misterios físicos a dilucidar, a un libro de vulgarización de la Física escrito por Stephen Hawking para las masas nunca iniciadas en el estudio de la física a nivel universitario. La primera forma de estilo de pensamiento la denominamos aquí como esotérica, la segunda como exotérica.

Tanto en Eric Williams como en Juan Bosch vemos una aplicación del análisis histórico a un estilo historiográfico destinado a las grandes masas, hacia lo exotérico. Se debe prestar mucha atención a esto por dos razones:
  1. Hace, por consecuencia, más difícil la dilucidación de la bibliografía y la ubicación de las citas o información expuesta en el corpus del texto y,
  2. Al ser dirigida a un público mayor, se generaliza demasiado sobre algunas tendencias —el  caso de Juan Bosch siendo en donde se ve más este asunto.
Empero, esto no quiere decir que se ha desvalorizado el trabajo de ambos, del cual uno puede sacar pistas para entender fenómenos históricos muy peculiares sobre la historia del Caribe.

Bibliografía


Bosch, Juan. De Cristóbal Colón a Fidel Castro. Caribe, fronteral imperial. Introducción por Pablo A. Maríñez. México: Miguen Ángel Porrúa, 2009.
Fleck, Ludwik. Genesis and Development of a Scientific Fact. Editado por Thaddeus J. Trenn. Traducción por Fred Bradley. Prólogo por Thomas S. Kuhn. Chicago: The University of Chicago Press, 1979.
Williams, Eric. From Columbus to Castro: The History of the Caribbean (1492-1969). New York: Vintage Books, 1984.
Jung, Carl. The Portable Jung. Traducción por R. F. C. Hull, editado por Joseph Campbell. New York: Penguin Books, 1977.
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Nota del autor: este ensayo historiográfico fue publicado originalmente en Antropología en Puerto Rico.

[1] Jung, Carl. “On Synchronicity”, en The Portable Jung, Trad. R. F. C. Hull, edit. Joseph Campbell, (New York: Penguin Books, 1977).
[2] Eric Williams, From Columbus to Castro: The History of the Caribbean (1492-1969), (New York: Vintage Books, 1984), 499.
[3] Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro. Caribe, fronteral imperial, intro. Pablo A. Maríñez, (México: Miguel Ángel Porrúa, 2009), 182.
[4] Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro: el Caribe, frontera imperial, intro. Pablo A. Maríñez, (México: Miguel Ángel Porrúa, 2009), 313.
[5] Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro. Caribe, fronteral imperial, intro. Pablo A. Maríñez, (México: Miguel Ángel Porrúa, 2009), 367.
[6] Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro. Caribe, fronteral imperial, intro. Pablo A. Maríñez, (México: Miguel Ángel Porrúa, 2009), 399.
[7] Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro. Caribe, fronteral imperial, intro. Pablo A. Maríñez, (México: Miguel Ángel Porrúa, 2009), 735-736.
[8] Eric Williams, From Columbus to Castro: The History of the Caribbean (1492-1969), (New York: Vintage Books, 1984), 516.
[9] Fleck, Ludwik, Genesis and Development of a Scientific Fact, edit. Thaddeus J. Trenn, trad. Fred Bradley, pról. Thomas S. Kuhn, (Chicago: The University of Chicago Press, 1979).

Wednesday, December 26, 2018

An Analysis on the essay “Postmodern Religion and the Faith of Social Justice”

This essay will try to summarize some of the interesting ideas found in the essay Postmodern Religion and Faith of Social Justice, by James A. Lindsay and Mike Mayna, and share some of my thoughts about it.

What’s so interesting about that essay —besides being as long as a short book— is its characterization of the Social Justice phenomenon (what some call Social Justice Warriors) as a religious phenomenon. The authors admit that they used a more broad definition of what a religion is to make their analysis. I will quote the comment I left there, so that it serves me to start this blog post:
Amazing essay. I think I concur with most of the religious characteristics mentioned therein, but I’m still not sure that Social Justice is a “religion” per se. Some of the problems are already mentioned in the essay, namely the impotence of Social Justice to organize uniformly due to the postmodern tenet of destroying or deconstructing metanarratives.
For me the Social Justice phenomenon is an ideological and dogmatic problem, but I don’t see it fitting a more slim definition of “religion”. Religion, by my estimations, has more “flesh” (i.e., the myths and rites practiced and/or used are more robust, and it gives more food for thought, like when you read or watch a good fiction that follows the structure of a monomyth –rewatch it 300 times and you find 300 new stuff to ponder). But ideology is different, it tries to grasp religious modes of practice and myth-making and instead they create a too-narrow a view of reality. That’s what I see with the Social Justice phenomenon, you strip it away of the faith-based stuff and it turns out to be a very hollow point-of-view.
Nevertheless, the essay really puts forward an objectivist-funcionalist view of religious characteristics (which I find refreshing to be honest), I think this exercise alone gives it a lot of merit. Well done.
Reason and open dialogue is still a good solution to most of the stuff happening nowadays in academia. I don’t think that Social Justice will take a hold on society, they may act raucously most of the time, but I don’t think people will find it useful to follow such a hollow ideology.
Once again, well done, an amazing essay indeed.
Comment section post by Manuel Alejandro Crespo Rodríguez’s in James A. Lindsay and Mike Mayna, “Postmodern Religion and the Faith of Social Justice”, in Areo, December 18, 2018.
So my comment pretty much summarizes my views on the topic. The authors admit that Social Justice acts enough as a religion to treat it as a religion, but that the solutions to it isn’t merely to bring back religion. They also admit the secular manner in which it manifests itself, marking a secular mode to it instead of a religious mode. Nevertheless, for the authors, a religion is an “ideologically motivated” moral community that has unfalsifiable truths that serves to satisfy the “religious impulse” that lies within us.

Then they establish, through the essay, what are the religious characteristics that Social Justices posses and their effects they try to make psychosocially both to themselves and society (some which are practice within this postmodern religion exclusively, with little equivalent to other religions):
  1. Teleologically they strive to make an utopia.
  2. They do what people call “virtue signaling”.
  3. Ideological conventionalism to their tribe, doing, for example, call outs.
  4. They try to institutionalize their beliefs by trying to bend the university’s approval, for university is the power house of knowledge.
  5. The scholarly cannon is what the authors call in the essay “grievance studies”.
  6. Unfalsifiable beliefs are based on socially constructed truths (truth being determined by power). This renders objectivity obsolete. This postmodern epistemological justification differs from premodern and modern epistemological justifications. This makes way to what the authors call applied postmodernism, which tries to implement the language game into reality.
  7. There is no fall from grace in postmodern mythologies, but rather the “sin of hubris” of trying “to know objective truth.”
  8. If premodern religion posits that unbelief in God comes from your subconscious “want to sin”, postmodern religion will render your dominant identity as biased in the favor of the dominant power in society.
  9. If divinity in premodernism is following the rites and prayers, and in modernity is being authentically cool (i.e., following Western, educated, industrialized, rich and democratic societies —W.E.I.R.D.), then in postmodernity it is the rejection of coolness. You can see this in the hipster subculture of university’s postmodern ethos of teaching to “check one’s privilege.”
  10. There are only two effective paths toward redemption in the Social Justice soteriology: one, a commitment to an impossibly complicated set of behaviors that fall under the overlapping but distinct rubrics of allyship and solidarity, and, two, identifying, adopting, and attempting to legitimize one’s own status among intersectionally “oppressed” identities.
  11. The so-called grievance studies are the “gender nuns” and “grand wizards” of postmodern religion, the whip’s wielders of the postmodern orthodoxy —i.e., the diversity board.
By opposition, one of the non-religious characteristic (or, at least, not traditionally conventional in religion) is the postmodern deconstructionism they posses. most of the characteristics mentioned before is a postmodern twist of premodern religion. Applied postmodernism, in their obstinacy to make their tenets a reality, have to sacrifice most of the more extreme tenets of social constructionism, which in turn makes the postmodern religion possible. I think the authors, in the essay, tried to show that their ideology has some kind of organization, and that makes it possible for them to create and reproduce their ideological orthodoxy and myth.
The authors end trying to show solutions to the Social Justice problem:
In a broad philosophical sense, there are three core concepts to secularism. The first is a general reticence toward institutionalizing the ideology of any moral tribe in any public space. The second is protecting moral ideology and recognizing it as a matter of private conscience, which leads to the third, which has already been mentioned: an attitude of anti-conventionalism.
From James A. Lindsay and Mike Mayna, “Postmodern Religion and the Faith of Social Justice”, in Areo, December 18, 2018.
As I quoted before, I don’t believe Social Justice will take hold of society as a whole, for the ideals of the Enlightenment are still strong. I think that to keep Social Justice tenets at bay it is sufficient to have open dialogue. The day that open dialogue is extinguished, then we have a serious problem.
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Note from the author: This blog post was originally posted in Manuel Alejandro Crespo Rodríguez (Wordpress).

Saturday, December 22, 2018

On the New Atheism Movement and Why Religion Can’t be Extinguished

Ok, so now I’ll think out loud things I’ve been thinking for a long time. I’ve come to believe that atheism nowadays is lacking good arguments and also I’ve noted that it can’t follow up the data and science of our times without forgetting how humans have made meaning eons past. And also, I’ve come to think for quite some time to only say “I am a humanist” is a better qualifier to separate myself from unwitty, unscientific and unphilosophical atheists of our time. In ten years the New Atheism movement hasn’t come with something useful. Their best antitheist (a.k.a. atheists that really ARE opposed to theism, not merely being unbelievers) was Christopher Hitchens, and he’s dead (and was the only one of the so called “Four Horsemen” of atheism who didn’t want religion to end, although I must clarify quickly that he thought that because then he wouldn’t have to debate about religion anymore, hence meaning he would have nothing to do). Secular society, I think, hasn’t learned all it has to learn from religion yet, which in turn means that religion can’t be extinguished yet (if that, after all, is the New Atheist plan). It should also be mentioned right now that at this point New Atheism is acting like a fundamentalist religion.

Jordan Peterson, one of the best intellectuals I’ve seen that mediates between science and religion, reason and myth, has time and time again made arguments that are quite fine by definition. For example, he claims nobody is really an atheist, and that could technically true if religious thinking and acting is defined as it is in his works Maps of Meaning and Twelve Rules for Life. But even if his argumentation seems new because of his recent rise to fame, it is actually something that has been exposed for quite some time, and not merely in his language which depends on a phenomenological description of humans.

For example, the philospher Alain de Botton has made the case for secular modes of acting religiously in his book Religion for Atheists. His case was that secularism was lacking modes of being that religion had mastered in the past, but secular society hasn’t caught up with it yet. For example, the creation of a place for contemplation, which in the past would have been a temple, or creating public dinners so people could eat publicly as a brotherhood, which in christian religion is akin to share in a meal with brothers in Christ.

Also, Jason Silva, the famous philosopher and transhumanist that hosted Mind Games (National Geographic) and Shots of Awe (YouTube), has made the case too that secular society is lacking spirituality (“spirituality” as defined, I think, by Sam Harris or Richard Dawkins, who uses not the mere classic definition, which is stricly religious, but a broader definition), and his example is that the theater is the secular equivalent of a church. Now that really says something! To me it says that secular society hasn’t created a place for Contemplation, so we follow our mythic nature in the art form of theater instead.

I’ve seen the lack of religious understanding in academia. When I was taking my master’s degree I took a couple of philosophy classes. In an Ethics class I saw that hardcore nietzscheans didn’t actually read the Bible, which is to say, they didn’t UNDERSTAND Nietzsche, a son of a pastor who made a deep critique of Christianity and who in his work Thus Spoke Zarathustra even inverts the meaning of Bible passages! The atheists of our time, in a convoluted sense, want to promote unbelieving, but as of yet they don’t agree in a form of Ethics, and that means that Nietzsche’s diagnosis hasn’t yet created a new form of Ethics that trumps our Western Civilization heritage.
It seems to me that saying “I am an atheist” nowadays means nothing. It only means what it says. It doesn’t offer an Ethics, or a way of life. It is only Metaphysical speculation. So instead of following the ideology of New Atheism, we should instead be able to say, if we are agnostics, atheists, freethinkers or unbelievers: “I am a humanist”. This means that we should continue the legacy of the Enlightment without forgetting ancient traditions and how myths can still serve us today, and to better position ourselves in a positive description of our thoughts instead of relying in a slogan that depends on a negative description.

Check out these references to ponder even further about this topic:

Anonymous. The Bible. (Catholic or Protestant versions, it doesn’t matter, although I would recommend reading the deuterocanon equally to the protocanon just to know a Bible similar to the Latin Vulgate).
Asimov, Isaac. Asimov’s Guide to the Bible: The Old and New Testaments.
Botton, Alain de. Religion for Atheists.
Dawkins, Richard. The God Delusion.
Dostoyevsky, Fyodor. Notes from the Underground.
Hitchens, Christopher. God’s not Great.
Nietzsche, Friedrich. Thus Spoke Zarathustra.
Nietzsche, Friedrich. The Genealogy of Morals.
Peterson, Jordan. Maps of Meaning: The Architecture of Belief.
Peterson, Jordan. Twelve Rules for Life: An Antidote to Chaos.
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Note from the author: this blog post was originally posted in Manuel Alejandro Crespo Rodríguez (Wordpress).

Preprint de mi tesis se puede conseguir ya en SocArXiv!

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Mi tesis se puede conseguir en versión de papel a través de ProQuest o UPR. Sin embargo, me he tomado la libertad de postear un preprint de la tesis en SocArXiv, la cual es de más fácil acceso para todos.
He aquí el link del preprint de la tesis.

Breve análisis de Peter Sloterdijk en su escrito Rage and Time (Zorn und Zeit)


Me exigiste, caro Novato, que te escribiese acerca de la manera de dominar la ira, y creo que, no sin causa, temes muy principalmente a esta pasión, que es la más sombría y desenfrenada de todas. Las otras tienen sin duda algo de quietas y plácidas; pero esta es toda agitación, desenfreno en el resentimiento, sed de guerra, de sangre, de suplicios, arrebato de furores sobrehumanos, olvidándose de sí misma con tal de dañar a los demás, lanzándose en medio de las espadas, y ávida de venganzas que a su vez traen un vengador.
—Séneca, De la ira.
Peter Sloterdijk es un filósofo alemán contemporáneo que se destaca —erróneamente a mi parecer— por ser controversial. El texto Normas para el parque humano y la entrevista Controversial Philosopher Says Man And Machine Will Fuse Into One Being dan un atisbo de ello. Sin embargo, en el texto Rage and Time él hace un análisis psicopolítico de nuestra herencia occidental de la ira. Una de sus conclusiones preliminares es que contrario a lo que nos adoctrina la herencia humanista, nosotros somos incapaces de controlar la ira: la ira no es algo razonable. Especialmente esto es evidente en nuestra división política contemporánea, vista en todos los países de cultura occidental: la división provocada por los movimientos de izquierda y los radicales musulmanes —aunque debo destacar aquí, que para Sloterdijk, la orientación de los radicales musulmanes es predominantemente política y no religiosa, por lo cual no debe extrañar que para Sloderdijk sean un “potential successor to communism”, (pp. 220).

Los conceptos importantes de su texto son ira (menis) y thymos (que es un orgullo autoafirmativo). También hay un sustrato nietzscheano, dado que la ira y el thymos implica la existencia del resentimiento —este concepto es trabajado por Nietzsche en La genealogía de la moral. Sloterdijk explica que el thymos es un orgullo autoafirmativo, y este estaba presente en la antigüedad. La primera línea de la Ilíada dice: “Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles”. Con un lenguaje semejante a lo económico, Sloterdijk explica que las sociedades van guardando un banco de ira, lo cual se traduce en venganza. Para efectos del libro que estoy discutiendo —y a modo de simplificar sin perder la esencia— cada vez que se acumulaba la ira a un punto crítico, el paradigma daba un giro y formaba nuevos imaginarios en los cuales se apacigua la ira.

En esta reseña me adentraré exclusivamente a un capítulo sobre la ira de Dios. Que el lector decida luego si quiere indagar más sobre este texto. Ahí el describe la historia judeocristiana desde la acumulación de ira —puesto de otra manera, la transformación de querencia de venganza, dicha desde la perspectiva religiosa como “justicia divina”. Primero había una ira antigua no-equitativa (justicia antigua), de origen judaico, dado que los castigos eran eternos. Luego esa ira es transformada al ojo por ojo, diente por diente (justicia igualitaria). Bajo esa perspectiva Dios es visto como un rey que tiene su reino.

No obstante, en el periodo post-exílico del judaísmo se puede observar, en los Salmos y el libro de Lamentaciones, una querencia de venganza, lo cual en lenguaje de Sloterdijk es una acumulación psicológica de resentimiento. Pero este banco de ira se colmaba rápidamente y esto provocó la creación de una nueva religión: el cristianismo. Aquí se podía, de alguna manera, apaciguar la querencia de venganza.

Más adelante nace en el cristianismo una visión apocalíptica en la cual ellos van a estar vivos para presenciar el fin del mundo, como quien ve un espectáculo en primera fila. Aquí la ira, una vez más, se ha acumulado demasiado (asimismo la querencia de venganza). Obviamente esto puede resultar conflictivo para una religión que predica la misericordia, por lo cual Pablo trata de justificar en Romanos, capítulo nueve, las razones por las cuales Dios es capaz de desplegar su ira.
Sin embargo, se renuncia a esa ira para la creación de un lugar particular: el infierno. Pero, al pasar los siglos, los cristianos se dan cuenta de que esta forma dicotómica de salvación es perjudicial. Ese castigo es muy severo y eterno, por lo que comienza la invención del purgatorio, que es una tercera vía. Esta vía, la cual genera inclusive un nuevo tipo de economía (las indulgencias), crea rebelión de esta tercera vía por parte de Martín Lutero y se crea la reforma protestante.
Sloterdijk arguye al final del capítulo The Wrathful God:“After the return to modern times we perceive a sky darkened by thunderclouds. There is only one spot where it is torn open. There one can perceive the red star of the revolution in the East, which rushes anxiously across the short twentieth century”, (p. 109).

Aunque no entraremos en las implicaciones seculares de la ira según Sloterdijk —algo que para él se observa políticamente, especialmente en la izquierda y más recientemente en las acciones de los extremistas islámicos—, sí resulta muy curioso ver que Sloterdijk hace un recuento histórico de las mutaciones que tiene el resentimiento desde la metafísica de Dios y su ira. En última instancia, para Sloterdijk estos intentos se secularizan. Por consiguiente, la ira es el móvil que hace capaz los movimientos revolucionarios —esto se observa, por ejemplo, cuando en la izquierda primero se hablaba de una revolución como algo instantáneo y que desembocaba en algún proyecto comunista, pero luego se hablaba sobre tener paciencia en la revolución, como quien reverbera la paciencia predicada para la “justicia” de Dios contra los impíos. Ergo, el concepto nietzscheano resentimiento sigue estando presente en todas estas formas de ira: el resentimiento es el sustrato que mantiene vigente la fórmula “ira más tiempo es igual a venganza”. Con este análisis se confirma que nuestra herencia humanista y nuestra pretensión de controlar la ira puede llegar a ser infructuoso, dado que la misma herencia religiosa occidental que promueve la tolerancia, la compasión y el amor fraterno está plagada de unas internalizaciones de la ira respecto al tiempo. En la tabla de abajo se muestra un resumen sobre la ira depurada por Sloterdijk.


Aunque también entra en otras cavilaciones, especialmente en la ira por parte de la izquierda política, creo que hasta aquí se puede degustar un poco de qué trata su trabajo filosófico.
Sin embargo, en la conclusión de su texto él ofrece sus propias indicaciones o soluciones al respecto:
“The following insight needs to be asserted like an axiom: under conditions of globalization no politics of balancing suffering on the large scale is possible that is built on holding past injustices against someone, no matter if it is codified by redemptive, social-messianic, or democratic-messianic ideologies.

“[…] Nietzsche was concerned about the replacement of the toxic figure of ‘vengeful humility’ with a form of intelligence that assures itself anew about its thymotic motives. It is obvious that without an open culture of ambition, this cannot be done. Such a culture would have to be post-monotheistic in the sense that it breaks open retributive metaphysics and its political reflexes with an appropriate level of thoroughness. The goal is a meritocracy, which balances, in an intercultural and transcultural way, an antiauthoritarian relaxed morality, on the one hand, and a distinctive normative consciousness and respect for inalienable personal rights, on the other. The adventure of morality takes place through the parallel program of elitist and egalitarian forces. Only within these parameters can a change of accent away from acquisition drives and towards giving virtues be conceived.”, (pp. 228-229).
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Nota del autor: esta entrada de blog fue publicada originalmente en Antropología en Puerto Rico.

Mysterium tremendum: Sobre las grietas que atisban posibles libros inspirados perdidos

  Del canon cristiano siempre se dice lo siguiente: la Biblia es la incambiable Palabra (Logos), que aunque inspirada (y, por lo tanto, abierta al error humano) es sin embargo un designio Divino. Pero entre las líneas del sagrado texto, del mythos, se ven las grietas del quehacer humano. Es el móvil de este breve ensayo poner de manifiesto las grietas por las cuales se atisba la pérdida de textos sagrados tanto para el judaísmo como para el cristianismo.

     Esto, aunque parece un dato extravagante, es de muy común uso dentro de la esfera cristiana. Por ejemplo, es muy aceptado que los textos originales de los evangelios se han perdido y lo que tenemos constancia en el momento presente son copias de copias que relatan un fenómeno de centurias anteriores. Pero mi inquietud entra en algo más específica: la pérdida de textos sagrados de los cuales pocos tienen constancia, pocos se interesan y de los cuales hoy no existen copias de copias.

     Entrando ya al grano, se encuentra en Éxodo esta cita:
“Por lo tanto se dice en el libro de las batallas de Jehová: Lo que hizo en el Mar Rojo y en los arroyos del Arnón; y a la corriente de los arroyos que va a parar en Ar y descansa en la frontera de Moab”, (Números 21:14, Reina Valera 1960).

     Claramente esto es una cita deun texto perdido. También encontramos esto: “Los demás hechos de Jeroboam, las guerras que hizo y cómo reinó, he aquí, todo está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel”, (Primera de Reyes 14: 19, Reina Valera 1960).

     ¿Por qué ha de citar un libro sobre reyes dentro del libro de Reyes? Claramente se ha citado un libro perdido, el cuál pudo dedicarse exclusivamente a reyes de Israel. Dentro de los libros de Reyes hay citas de ese estilo: se referencia un suceso a otro texto para que el lector vaya y lea sobre esos acontecimientos. Suponemos que esto es para no cortar el hilo conector de los diferentes sucesos relatados, pues en Reyes se sigue relatando la vida de muchos reyes y cómo ellos estaban en gracia o desgracia con Dios (i.e., si seguían el pacto y la ley).

     También se mencionan profetas y videntes de los cuales solamente sabemos su nombre, quienes escribieron otras crónicas o historias: el profeta Natán y el vidente Gad (Primera de Crónicas 29: 29); Ahías el silonita y el vidente Iddo (Segunda de Crónicas 9: 29); y el profeta Semaías (Segunda de Crónicas 12: 15).

     El segundo libro de Macabeos, considerado apócrifo por los protestantes y deuterocanónico por los católicos, comienza afirmando que es una versión resumida de una más extensa. Ya es muy evidente el uso de otras referencias que hoy son inexistentes, escritas por Jasón de Cirene, que contemporáneamente conocemos solamente eso, su nombre:
“La historia de Judas Macabeo y de sus hermanos, la purificación del más grande Templo, la dedicación del altar, las guerras contra Antíoco Epífanes y su hijo Eupátor, y las manifestaciones celestiales en favorde los que combatieron viril y gloriosamente por el Judaísmo, de suerte que, aun siendo pocos, saquearon toda la región, ahuyentaron las hordas bárbaras, recuperaron el Templo famoso en todo el mundo, liberaron la ciudad y restablecieron las leyes que estaban a punto de ser abolidas, pues el Señor semostró propicio hacia ellos con toda benignidad; todo esto, expuesto en cincolibros por Jasón de Cirene, intentaremos nosotros compendiarlo en uno solo”, (Segunda de Macabeos 2: 19-23, Biblia de Jerusalén, 1976).

     Muchas otras referencias existen de esta naturaleza, lo cual nos muestra la verdad histórica de todoeste asunto: que la Biblia no es un libro hecho en el vacío, sino el esfuerzo de varias culturas por muchas generaciones.

    Pero exponer esto de manera pública puede ser un ejercicio estéril. Primero, porque estando esto en el canon uno supone que mucha gente lo ha leído. Segundo, porque si son inspirados o no es indiferente, por lo menos parael cristianismo, pues basta con decir que las copias más originales del canon que poseemos modernamente son copias de copias del verdadero original. Así que en nada de lo expuesto aquí debe existir alarmismo, pero el silencio ante el tema monumental es sorprendente, especialmente cuando esto puede servir como un buen tema de investigación hermenéutica. Aunque admito que poner a la vista el adjetivo “inspirado” implica interés investigativo para un sector particular, el devotamente religioso, puesto que para la historia y sus historiadores esta pregunta podría hasta pasar desapercibida dado al conocimiento de hipótesis sobre la construcción bíblica, como por ejemplo la influencia de tradiciones yahvistas, elohistas, deutoronómica y sacerdotal es para montar el Torá (hipótesis conocida como la Hipótesis Documental) en vez de la tradicional explicación de que esos textos fueron escritos por Moisés.









Diagrama de Hipótesis documentaria, en el que J (yahvista), E (elohista), P (sacerdotal) y D (deutoronómica) se influencian para la creación del Torá. Recuperado de
https://es.wikipedia.org/wiki/Hip%C3%B3tesis_documentaria#/media/File:Hip%C3%B3tesis_documentaria_moderna.png
Interrelación de antiguos manuscritos del Antiguo Testamento. Recuperado de
https://en.wikipedia.org/wiki/Peshitta#/media/File:Texts_of_the_OT.svg
Mi hipótesis de porqué no se le da importancia a esto es la siguiente: que el judaísmo no se interesó en la creación de un canon oficial hasta luego del surgimiento del cristianismo. El cristianismo, aceptando primero la Biblia Griega o Septuaginta, luego marcó pauta con el uso de un canon oficial. Los judíos desarrollaron su propio canon a partir del original en hebreo. El cristianismo dividido a finales de la Edad Media también se dejó llevar por ese canon judío (más los suyos propios del nuevo pacto) y la creencia de la sola scriptura en vez de la meratradición.

El silencio monumental sobre todo esto, que es muy evidente, me acuerda lo escrito hace casi un siglo por el primer Ludwig Wittgenstein: “todo lo que se puede hablar, se puede hablar claramente; de lo que no se puede hablar, es mejor guardar silencio”.[1]

Referencias:
Asimov, Isaac (1981). Asimov’s Guide to the Bible: The Old and New Testaments. New York, New York: Random House.
Biblia Reina Valera (1960).
Biblia de Jerusalén (1976).
Koukl, Greg (3 de julio de 2013). No “Lost” Books. Bible.org. Recuperado de https://bible.org/article/no-lost-books.
Wittgenstein, Ludwig [traducción C. K. Ogden] (2016). Tractatus Logico-Philosophicus. Sweden: Chiron Academic Press.
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Nota del autor: esta entrada de blog fue publicada originalmente en Manuel Alejandro Crespo Rodríguez (Wordpress).

[1] Traducción hecha por mí.

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